1715, el Sol se pone sobre París






 Michel de La Barre con músicos [1710]
André Bouys
 Todos compartimos una imagen más o menos común de París, aquella en la que se repiten algunos tópicos que la hacen inconfundible y que es la primera que nos viene a la mente cuando nombramos en la actualidad esta bella ciudad;  sin embargo a lo largo de sus historia no siempre fue así, y Paris ha pasado por distintas etapas que la han ido conformando con diferentes paisajes, a los que han contribuido además de sus famosos monumentos, la música que se creó en ella para después extenderse a otros lugares.
 La visión que pretendemos evocar nos traslada a 1715, año en el que  moría Luis XIV, conocido como el  Rey Sol. Su desaparición podría tomarse como el cénit que marcó la culminación de un estilo musical propio que se desarrolló a lo largo de su reinado, dominado por una visión personal que definió a una nación de una manera indeleble y que la configuró con una identidad propia que perdura hasta el día de hoy.

 A lo largo de su dilatada vida, el monarca, impulsó estas señas de identidad también en la música, y lo consiguió gracias a compositores que poco a poco fueron creando un estilo propio, cuyo eje central fue sin embargo encarnado por un compositor que no había nacido en Francia, sino en Italia; un  extranjero que hoy es reconocido como el paradigma de la música de este país en este tiempo, y como su principal creador e impulsor: Jean Baptiste Lully (1632-1687). Su influencia e inspiración es palpable no solo entre  sus coetáneos sino también en músicos de la generación posterior. Entre ellos podemos encontrar a Michel de la Barre  (c.1675-1745), músico de la corte y autor de óperas además de piezas instrumentales y de cámara.

 A partir de 1670, los constructores de flautas en Francia, así como en los países bajos, realizaron  algunos cambios organológicos. La flauta, que anteriormente había sido fabricada en una sola pieza cilíndrica, se dividió en tres partes: la cabeza (con la boquilla), el cuerpo (con la mayoría de agujeros) y el pie (con varios agujeros y el añadido de una llave). Al mismo tiempo, el cilindro interior se rediseñó de manera cónica, convirtiéndose de esta manera en el instrumento que hoy conocemos como Traverso barroco.

A partir de 1670, los constructores de flautas en Francia, así como en los países bajos, realizaron  algunos cambios organológicos. La flauta, que anteriormente había sido fabricada en una sola pieza cilíndrica, se dividió en tres partes: la cabeza (con la boquilla), el cuerpo (con la mayoría de agujeros) y el pie (con varios agujeros y el añadido de una llave). Al mismo tiempo, el cilindro interior se rediseñó de manera cónica, convirtiéndose de esta manera en el instrumento que hoy conocemos como Traverso barroco.
 



Jacques Martin Hotteterre

  De la Barre pasa por ser el primer compositor que  publicó música para este tipo de flauta en 1702. Sin embargo, es a Jacques-Martin Hotteterre (1674-1763)  a quien se le atribuyen algunos de estos cambios, ya que no en vano fue el más célebre componente de una familia de fabricantes y ejecutantes de instrumentos de viento. Compositor y músico de corte al igual que De la Barre, es conocido como “el romano” como consecuencia de su formación en Roma durante su juventud y cuya influencia podemos encontrar en su música. Publicó varias obras vocales originales de J. B. Lully que adaptó y ornamentó para la flauta en una fecha tan tardía como 1723, dejado patente la  repercusión a la que con anterioridad aludíamos.

El instrumento que acompaña al traverso en el presente programa es la tiorba. En l'Advertissement de sus” Piezas para flauta travesera (1710)”, Michel de la Barre escribe:"...se puede tocar a solo la mayor parte de estas piezas. Si se quieren hacer con acompañamiento hará falta emplear una viola y una tiorba, un clavecín o los dos conjuntamente. Pero yo creo que la tiorba es preferible al clavecín, puesto que me parece que el sonido de sus cuerdas de tripa van mejor al sonido de la flauta travesera que las cuerdas de latón".

La mayoría de las obras que hoy presentamos, están en la tonalidad de Sol Mayor, un Sol con el que Luís XIV quiso identificarse para brillar sobre París, una ciudad que se adentraría a su muerte en la oscuridad de un siglo que traería de “cabeza” a alguno de sus sucesores.

 
Juanjo Monroy


 



















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